Por: Emilio Sardi
El Banco de la República acaba de reducir sus expectativas de crecimiento de la economía colombiana para 2023 a apenas 0,7%. Que esto sea después de que elevara su estimado para 2022 a 7,8% no es problema para esa benemérita institución. Para lograr este desplome en el crecimiento económico le bastará con subir la tasa de referencia hasta que logre eliminarlo, como lo está haciendo al llevarla del 3% que regía al iniciar el año al 10% actual. O a más, si le parece.
Si bien este aumento de tasa parece excesivo a la luz de los que están haciendo los bancos centrales de otros países, posiblemente esto se deba a que el nuestro es más ambicioso. Hay que entender que con él, además de paralizar nuestra economía, va a bajar el precio del petróleo, abaratar los precios internacionales de las materias primas, reducir los costos logísticos internacionales y aumentar la producción mundial de alimentos, para que no causen inflación local.
Es comprensible que la parálisis de la economía no preocupe el omnisciente Banco de la República, portaestandarte de la doctrina monetarista que ha mantenido a Colombia en vías de desarrollo por más de medio siglo. Pero esa parálisis económica sí es motivo de grave preocupación para los colombianos, que la sufriremos. Y debiera serlo, en grado sumo, para el Gobierno, que está accionando la otra pinza de la tenaza que la ocasionará, al empujar una reforma tributaria confiscatoria e innecesaria.
Los números gritan. La Dian reportó un recaudo tributario de $152,1 billones a agosto de 2022, 38,6% por encima recaudo del mismo período de 2021. Para los cinco años anteriores, el recaudo de los primeros 8 meses promedió 66,4% del anual. Aplicando este porcentaje a los $152,1 billones recaudados, se estima un total de $228,9 billones para 2022. Esto es $32,2 billones más que el último estimado oficial de recaudo para el año y $45,9 billones superior a los $183 del presupuesto inicial. Aún si solo se sumara el recaudo de los cuatro últimos meses de 2021 a lo que ya va acumulado, el total ascendería a $214,5 billones, $17,8 billones sobre el último estimado y $31,5 billones más que el inicial.
Y el crecimiento del recaudo continuará en 2023. Con un crecimiento de la economía del 7%, los ingresos tributarios crecerán más de 37% en 2022. Aún con el estancamiento económico vaticinado por el Banco de la República, el crecimiento de los ingresos tributarios en 2023 con seguridad excederá 20%. Aplicando apenas un crecimiento de 15% al recaudo tributario que se obtendrá en 2022, el de 2023 excederá $260 billones.
El proyecto de reforma tributaria que cursa en el Congreso afectará severamente a todos los colombianos, de todos los estratos. Al sumarse a la altísima tasa de referencia impuesta por el Banco de la República, generará el escenario para una tormenta económica perfecta que conducirá a un derrumbe de la actividad económica en 2023 aún superior al vaticinado por éste. Y como el Banco de la República, a pesar de no ser río, nunca se devuelve, le corresponde al Gobierno actuar inteligentemente. Debe recortar drásticamente o, preferiblemente, posponer una reforma que los números del recaudo tributario muestran como evidentemente innecesaria. Nada le hace más daño a un gobernante que causar una recesión, con sus consiguientes aumentos en el desempleo y la pobreza. Y para eso, el Banco de la República se basta solo.