¿El fin de la energía eléctrica en Colombia?

Cuando se habla de la industria energética en Colombia, no es una sorpresa que la incertidumbre sea el denominador común. Lo que sí sorprende, y preocupa profundamente, es la salida de Shell, la sexta petrolera que abandona el país en los últimos años. ¿Por qué lo hace? La respuesta es sencilla: la falta de incentivos y la incertidumbre regulatoria. Mientras el gobierno sigue cerrando las puertas a la inversión, las grandes empresas del sector energético se están yendo, dejando a Colombia al borde de una crisis energética sin precedentes.

Shell, una de las principales multinacionales de la industria energética global, ha decidido retirarse de tres bloques clave en el Caribe colombiano. Esta es una señal alarmante, ya que Shell no es cualquier empresa. Su salida es el reflejo de un problema mucho más grande que va más allá de un simple cambio en la estrategia corporativa. Es el síntoma de una política energética fallida, que sigue cerrando las puertas a las inversiones y a los avances tecnológicos que el país necesita con urgencia.

El déficit de gas en Colombia es real y alarmante. Para 2026, se estima que el país tendrá una escasez de 190 millones de pies cúbicos de gas por día, y en 2028 podría llegar a 405 millones de pies cúbicos diarios. Si no se toman decisiones urgentes y responsables, dentro de unos años nos veremos en una situación similar a la de Venezuela, que no solo no pudo generar su propia energía, sino que también terminó dependiendo de otras naciones para satisfacer las necesidades básicas de su población.

La salida de empresas como ExxonMobil, Chevron y Repsol ya no es una novedad. Cada vez más, las petroleras grandes se están retirando de Colombia, no porque no haya recursos, sino porque el panorama regulatorio y económico se ha vuelto insostenible. No hay incentivos claros, y la constante incertidumbre en torno a la política energética está matando las oportunidades de inversión que tanto necesita el país. Mientras tanto, el gobierno sigue más preocupado por un enfoque ideológico que por la realidad energética que estamos viviendo.

Pero lo más grave de todo esto no es solo la fuga de empresas, sino lo que eso significa para la vida cotidiana de los colombianos. Si no actuamos con urgencia, en pocos años nos quedaremos sin energía propia y dependeremos de importaciones, como si estuviéramos regresando a la época de la escasez. 

Es fundamental entender que la energía no es solo un recurso, es un pilar para el desarrollo. Sin una política energética sólida y confiable, no podemos aspirar a crecer, a generar empleo o a ofrecer a nuestros ciudadanos una vida digna y moderna. Este no es solo un problema de los grandes empresarios, es un problema de todos los colombianos.

Por: Valentina Vargas.

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