En un país donde la diplomacia debería estar al servicio de la cooperación internacional con frutos reales en la economía nacional y no del activismo, Gustavo Petro ha decidido nombrar como embajador de Colombia ante “Palestina” al exalcalde de Cali Jorge Iván Ospina. ¿Su mérito? Ser hijo de un guerrillero del M-19.
Porque si algo ha dejado claro este gobierno es que no le interesa el perfil, la experiencia o los logros; le basta con el relato ideológico.
Y aquí empieza lo absurdo.
Palestina es un “Estado” que, en la práctica, está cerca de desaparecer. Están perdiendo una guerra que ellos mismos declararon y como es de costumbre, lanzan la piedra y esconden la mano.
La historia no miente: Israel tiene derecho sobre esa tierra no solo por la conexión histórica milenaria, sino por constitución desde 1958, incluso Palestina es una palabra que deriva de “Filisteo”, nombre que se originaría a partir de la raíz semítica plš (en hebreo: פלש), que significa: invasor.
Ahora bien, es claro que en el gobierno Petro no reconocen a Israel como un estado (algo tan típico de los zurdos) pero incluso Ospina (el nuevo embajador) para poder llegar a Ramala, tendrá que aterrizar en el aeropuerto Ben Gurión de Tel Aviv. Israel es tan soberano y real como Francia, Estados Unidos o Japón, mientras que “Palestina” se ha convertido en un territorio fragmentado y controlado por grupos terroristas.
Pero volvamos a Ospina. Como alcalde de Cali dejó una ciudad sumida en el caos, el desorden y la basura. Ni hablar de los sobre costos en contratación, escándalos de alumbrado navideño, y programas sociales a medio andar. Está imputado por la Fiscalía y aún así es premiado con un cargo diplomático. No tiene cómo llegar, pero sí tiene con qué cobrar: un sueldo diplomático por representar a Colombia ante una bandera que la izquierda internacional ha convertido en causa sin sentido que en realidad encubre un antisemitismo disfrazado de “justicia”.
Este gobierno habla de austeridad mientras derrocha en embajadas simbólicas. Habla de paz mientras premia a los peores. Habla de igualdad mientras nombra activistas y no técnicos.
“Palestina” no es un Estado funcional; es el nombre que se usa para sostener una narrativa ideológica que Petro defiende a capa y espada. Mientras tanto, Jorge Iván Ospina se sube a ese avión… con escala obligada en Israel.
Por: Juan Alberto Oviedo.