Por: Álvaro Grajales Patiño.
Hay un hecho que reviste de vital importancia para el crecimiento económico de nuestro país, el cual consiste en tener un sistema educativo libre que responda a tiempo y de forma correcta a las necesidades que demanda el mercado laboral. Sin embargo, el gobierno presentó dos reformas que, como ha pasado con las anteriores, desconoce las necesidades del mercado, lo que imposibilita volver a transitar por la senda de la productividad y el crecimiento económico. Tratándose de la educación, el gobierno Petro viene con dos iniciativas. La primera corresponde al Proyecto de Reforma de la Ley 30 de 1992 y un Proyecto de Ley Estatutaria. Sin embargo, en estas líneas no pretendo emitir un juicio de valor sobre los articulados propuestos, sino reflexionar sobre un interrogante más profundo… ¿Debe el Estado imponer e intervenir la educación?
En mi concepto, la respuesta a este interrogante es negativa. En contraposición a dicha premisa, creo que la educación debe ser libre y voluntaria. Es importante resaltar la peligrosidad de la educación obligatoria, pues eso en la práctica significa que el Estado desplaza a los padres como responsables de sus hijos y con eso, se empieza a transitar el camino hacia el totalitarismo.
Es preciso recordar que en Esparta -una de las polis griegas-, los niños eran propiedad del Estado para este poder instruirlos para la guerra y la obediencia estatal.
Me permito subrayar la parte final del párrafo que antecede para hacer énfasis sobre la obediencia. Bajo la bandera del buenismo y la importancia de la educación, se pueden esconder intereses perversos de un dictador que busque hacerse y mantense en el poder.
Pero ¿puede ser la educación un medio idóneo para preparar la llegada de una dictadura que perdure en el tiempo o implementar determinada ideología? La respuesta es afirmativa y miremos dos ejemplos. El primer ejemplo nos lleva a Martin Lutero y el interés de los reformistas en implementar un sistema educativo obligatorio como medio de instruir a la población con sus opiniones religiosas, para Lutero era importante un Estado absolutista guiado por principios y ministro luteranos. Como expresa M. Rothbard (1971, pág. 21)
Lutero destacaba la teoría de la obediencia pasiva, según la cual ningún motivo o provocación puede justificar una revuelta contra el Estado. En 1530, declaraba: «Es tarea de un cristiano sufrir el mal y ningún quebrantamiento de juramento de tarea podría privar al Emperador de su derecho a la obediencia incondicional de sus súbditos»
El segundo ejemplo nos lleva a Juan Calvino en Suiza, quien siendo gobernador estableció varias escuelas públicas con asistencia obligatoria. Como bien nos recuerda M. Rothbard (1971, pág. 23)
El espíritu era inculcar el mensaje del calvinismo y la obediencia al despotismo teocrático que él había establecido. Calvino combinaba en sí mismo un dictador político y un maestro religioso.
Sin embargo, no tenemos que irnos tan atrás en la historia. En el siglo pasado el mundo vivió los horrores del holocausto y la guerra provocado por el Partido NacionalSOCIALISTA Obrero Alemán (Partido Nazi), quien a la llegada al poder se tomó la educación con fines políticos y raciales.
Estos ejemplos nos muestran, a través de la historia, lo peligroso que es dejar en manos del Estado la educación de nuestros hijos. Esto nos debe motivar a alimentar el debate sobre la reforma a la educación, donde la libertad sea el núcleo fundamental que guie la discusión.
Adicional a eso, y en pro de limitar el poder del Estado sobre los niños, se debe pensar en clausulas constitucionales que salvaguarde el poder de decisión que tienen los padres sobre sus hijos y un ejemplo de ello lo tiene la Constitución chilena, la cual, en el inciso segundo de su artículo 10 establece:
Los padres tienen el derecho preferente y el deber de educar a sus hijos. Corresponderá al Estado otorgar especial protección al ejercicio de este derecho.
Pero hay que ir más allá. Hay que buscar que exista competencia entre los colegios para garantizar la calidad y trabajar para que el servicio de educación no sea interrumpido por ningún tipo de paro. También hay que replantear la metodología de enseñanza para garantizar un aprendizaje sin traumatismos, así como una malla curricular que atienda las necesidades de la 4 revolución industrial.
Como expresé al principio, no emito un juicio de valor sobre las iniciativas de la administración Petro. Pero si espero que estas líneas le permitan al lector abordar dichas reformas con una perspectiva diferente para nutrir la discusión.
“La educación de un niño pequeño, por lo tanto, no tiene como objetivo prepararlo para la escuela, sino para la vida.” María Montessori.
“Denme a sus hijos de cuatro años y, en una generación, construiré un estado socialista”. Lenin.
“La educación es un arma cuyos efectos dependen de quien la tiene en sus manos y de a quien le apunta”. Stalin.
Bibliografía:
M. Rothbard (1971). Education Free & Compulsory. Ludwig von Mises Institute. Auburn, Alabama.